sábado, 7 de septiembre de 2013

Delirios.

Veréis, mi problema comenzó cuando tenía cuatro años. Cambié 'La Sirenita' por 'Titanic' y le dije a mi madre que el amor es lo que te hunde, no lo que te saca del agua. Desde entonces, he ido dando pequeños pasos hacia lo que yo llamaría mi 'hecatombe sentimental'. Y todo iba rápido: A los siete años lo que más me gustaba eran las Barbies y a los catorce ya aprendí para qué servía una polla.Ya veis; el mundo no me dejaba tiempo para la improvisación y a esas edades yo lo único que sabía hacer era vivir... Aparentemente.Y digo eso porque si a los cuatro me enamoré de DiCaprio, a los siete de Ken y a los catorce de un hijo de puta es que algún factor había ahí; haciendo que mi pequeño, frágil e inexperto corazón desease bombear a mil por hora mientras yo buscaba amor en cada bragueta del tesoro...Ay, seguro que leyendo esto no podéis sacar otra conclusión distinta a la de que soy una zorra de nacimiento. Que es verdad, pero creo que esa virtud/maldición me ha hecho plantearme más de una hipótesis sobre la vida que sin ser yo tan zorra—ni vosotros los hombres tan cabrones— podría haber hallado
Por ejemplo:
Hipótesis #1- No es oro todo lo que reluce, ni paquete todo lo que marca ese pantalón
U otra:
Hipótesis #2- Las tetas no dan la felicidad —De hecho, tener pocas me ha salvado de más de un apuro ahorrando movimientos bruscos gracias a no llevar sujetador—.
Y ésta, mi favorita:
Hipótesis #3- Un caballero debe saber que, en el amor, la dama se corre primera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario