miércoles, 22 de enero de 2014

Libre como el viento, como el aire, como el agua, como el mar. Libre como yo.

La gente hace lo posible para estar cerca de sus seres queridos, por saber de ellos a cada instante, y el teléfono les recuerda que están al otro lado de la línea, y yo, en cambio, vivo por y para alejarme; un cambio de aires, diría alguien, pero no: quiero alejarme, separarme, y concienciarme de que soy un alma libre, y ni que mi familia, ni el papa, ni Dios, ni el jodido mismísimo diablo, pueda pararme.

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