martes, 19 de febrero de 2013


Su dedo recorre cada centímetro de mi piel, desde mi frente, hasta la punta de mis dedos. Cada hueco recóndito de mi cuerpo. Preferiría que estuviese en otro lado, sí, quizás en mi boca, u en otra parte.

Mi pie se desliza con suavidad por sus piernas largas y musculosas, que están extendidas sobre aquella cama.
Mis labios buscan los suyos, para entrar en contacto y fundirnos en un beso profundo y pasional que me haga perder el sentido. Saborear su aliento, juguetear con su lengua.
Su mano se para alrededor de mi cadera, y sus labios se pegan a mi oído.


-¿Estás lista, pequeña?-el susurro de su voz en mi oreja, me produjo un escalofrío que recorrió mi cuerpo, como una descarga eléctrica, a penas unos segundos.


Sin decir nada, coloqué mis manos en su pelo, enredando mis dedos, y comencé a besarlo con fiereza.


-Lo tomaré como un sí-dijo antes de llevarme hasta el éxtasis.

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